sábado, 25 de marzo de 2017


2 /  Serie Arlt en Azul  /

Arlt y las mujeres de Azul


Fue cronista del diario azuleño El Régimen, en el que publicó una breve serie titulada “Impresiones de un porteño en el Azul”. El autor de El juguete rabioso llegó a Azul en 1927, buscando tranquilidad. Los dos artículos que damos a conocer hoy son pinceladas de la sociedad azuleña de fines de los años 20. El hallazgo de los artículos de Arlt se produjo luego de noventa años.


Entre las diversas informaciones que los antiguos diarios publicaban, una sección nos permite probar la presencia del escritor y periodista Roberto Arlt en Azul. La sección se denominó “Viajeros”, se incluyó en la página de Sociales, y básicamente refería quiénes llegaban o partían utilizando el servicio del ferrocarril. El 1 de agosto de 1927, el diario El Régimen publicó que, desde Azul, viajó “para Buenos Aires el señor Roberto Arlt” (pág. 4).
    Esto, sumado a los cinco artículos firmados con las iniciales R.A. de la serie titulada “Impresiones de un porteño en el Azul”, además del contenido, forma y estilo de estas notas, con los elementos que expusimos en la edición de ayer, acredita la presencia en la ciudad de Azul del autor de El juguete rabioso y las Aguafuertes Porteñas, entre otras destacadas obras. Más precisamente, incorporado como redactor en el diario El Régimen.
    Los textos fueron hallados recientemente por quien firma esta serie de artículos, en la “Hemeroteca JM Oyhanarte de Azul”, a noventa años de haber sido publicados.

Temática

    Tanto el segundo artículo como el tercero de los cinco que Arlt publicó en El Régimen, durante el invierno de 1927, se ocupan de las mujeres azuleñas. Pueden considerarse estas dos notas como una suerte de prehistoria de las Aguafuertes que, a partir de 1928 Roberto Arlt comenzó a publicar en el diario El Mundo de la capital federal.
    “Las mujeres del Azul” se publicó el miércoles 27 de julio 1927 y al día siguiente “Las que se pasean en automóvil”, ambos textos en la portada de El Régimen.
    Estas notas arltianas que ocupan hoy nuestra atención, tienen algunos elementos específicos que podemos adelantar. El primero: Arlt se hospedó en un hotel y no en una casa particular. Dice el escritor: “Ya anochecido salí del hotel…”. Segundo: menciona dos calles céntricas de la época: San Martín y Alsina (hoy Yrigoyen). Y podemos agregar un tercer aspecto: ya en 1927, en Azul había mujeres que conducían automóviles en el radio céntrico (es tema del segundo artículo que Arlt dedica a las mujeres azuleñas, aunque también se quejó al no encontrar mujeres tomando el “vermouth” en algún bar…).
    Vayamos ahora a los artículos hallados en la Hemeroteca de Azul, que se transcriben íntegramente a continuación, respetándose la grafía original y salvándose lo más relevante entre corchetes:



Las mujeres del Azul

    “Lo que me sorprendió extraordinariamente del Azul fué la quietud de sus calles solitarias. A momentos tenía la impresión de que deambulaba por una ciudad muerta. Yo miraba con extrañeza sus balcones desiertos, las persianas entornadas, y una curiosidad vivísima se apoderó de mí.
    ”¿Dónde estarán las mujeres del Azul? Y a instantes llegué a pensar que no existían mujeres en el Azul. Porque no veía una por las calles, ni tras de los cristales, ni en las distancias. Miraba a todas direcciones, me detuve en las esquinas y este misterio de ausencias llegó a preocuparme hasta la ansiedad.
    ”¿Hay mujeres en el Azul?
    ”Y es que estaba acostumbrado a la presencia de éstas en Buenos Aires, donde se las encuentra a todas horas frente a los escaparates de las tiendas y adornando las balconadas del atardecer y las mañanas que hacen más bonita su presencia.
    ”Y yo tenía la impresión que en la quietud de estas calles tan solas la aparición de una muchachada [sic] en flor, hubiera sido conmovedora de deliciosa. Porque acrecenta su prestigio la calmosidad del día y la ausencia de gentes. Caminaba yo entonces pensando que el Azul, tenía un remoto parecido con esas ciudades de Oriente, que conocemos por la geografía de las novelas, donde la aparición de una doncella es tan sorprente [sic] como una luna verde o rosa. Y una impaciencia obstinada se apoderó de mí.
    ”¿Dónde están las muchachas del Azul? Es curiosa e interesante esta preocupación de forasteros. Porque uno se imagina que las doncellas de las ciudades que no conoce son más sabrosas que las de las ciudades en que ha vivido, y en torno de este pensamiento va trabando imaginaciones singulares.
    ”¡Las muchachas de las ciudades distantes! Cuando pasaba los días en Buenos Aires, me daba a pensar a veces, cómo sería el alma de esas mujercitas distantes aburridas en la quietud de los días largos, y de consiguiente, obligadas a vivir una vida interna más intensa que la de sus hermanas de la ciudad, frívolas por el rápido girar de los días y los acontecimientos y los espectáculos.
    ”Y ahora, vagando por las calles del Azul recordaba mis anteriores imaginaciones. ¡Qué adecuadas eran sus calles largas y vacías, sus balcones viejos y herméticos para la silueta de una doncella en flor[!]; mas como no veía ninguna, mi preocupación iba en aumento.
    ”¿Dónde estaban las muchachas del Azul?
    ”Y se apoderó de mí una sed, como la de un viajero perdido en el desierto, la sed de ver una carita de mujer, de sentir el frú frú de su vestido, y el placer de su mirada, una sed de presencia femenina que a cada hora que transcurre agudiza más una urgencia inexplicable.
    ”Ya anochecido cuando salí del hotel experimenté una sorpresa. Racimos de muchachas pasaban ante las franjas luminosas de los escaparates. De una excesiva soledad pasaba bruscamente a un corso mujeril. No era comparable a los que se improvisan en ciertas calles de nuestra ciudad, pero era más interesante desde otro punto de vista: Y es la sencilla coquetería de las doncellas del Azul para dar sus miradas al pasar.
    ”En Buenos Aires las mujeres están desgastadas, de preocupaciones. Tienen los ojos vacíos de inexpresivos. Cada porteña parece estar en guardia contra un peligro invisible que termina por limar su sensibilidad, haciéndole perder lo que de más delicado tiene su feminidad. En cambio, las muchachas del Azul, las señoritas del Azul, son deliciosas por la gracia con que miran, por la fijeza con que clavan sus ojos en el que pasa. Esa cordialidad es bonita como un regalo, tiene la virtud de una preferencia, y halaga, seamos sinceros, nuestra vanidad injustificada.
    ”Y entonces uno piensa que el amor de las señoritas del Azul, puede ser distinto al amor que darán las mujeres de otras ciudades de la tierra, y este pensamiento absurdo se enriquece de posibilidades cuando se reflexiona que en el silencio de sus casas, las doncellas en flor, las señoritas del Azul, deben madurar sus emociones hondas, con el oro de todas las quietudes, y con los de todos los sueños, sueños que en la monotonía de sus vidas cotidianas, deben adquirir relieves como las figuras estampadas con ácidos en los bronces.”
    Así concluye el segundo artículo que Arlt publicó en El Régimen (págs. 1 y 4 de la edición del miércoles 27 julio 1927). El siguiente artículo de los dedicados a las mujeres azuleñas, se transcribe a continuación:



Las que se pasean en automóvil

    “Continuando sobre las impresiones que suscitan las mujeres de Azul, quería decir que las misteriosas, las seductoras son las que pasean en automóvil por San Martín o Alsina.
    ”Ayer yo hablaba de esos países que sólo conocemos por la geografía de las novelas. El Azul, a la hora de las muchachas en flor, ofrece un aspecto de morería distante. Las que se pasean en automóvil suscitan más que nunca esa impresión.
    ”Se las vé pasar, pero no se sabe quienes son. El automóvil se desliza con lentitud, tras de la mica o de los cristales de las cortinas se adivina unos semblantes femeninos, repentinamente los ojos aguzan su mirar, pero ya es tarde, el automóvil ha pasado, luego vuelve otra vez, y esa misteriosa neblina que flota en el interior de las cajas de todos los coches por la noche, vela el rostro de las que pasan. Y así una vez y otra.
    ”Nuevamente se piensa en los paí[ses] de geografía arbitraria. ¿Quiénes son esas muchachitas cuyos perfiles grises se distinguen inciertamente tras los transparentes de las cortinas? Entonces se apodera de uno una inquietud deliciosa, tensa de curiosidades. Esos ojos que nos miran son invisibles para nosotros. En cambio ellas no ven, observan el movimiento que hacemos para seguirlas... y esta satisfacción trunca nos resulta de una coquetería inexplicable. Está bien ser invisible para los que miramos.
    ”Ahora lo que uno no se explica es qué placer encuentran estas muchachas paseándose en coches cuyos cristales aguanosos nublan toda visión del exterior.
    ”Por eso extraña esta falta de [es]tima, la más profunda satisfacción de una mujer está en ser mirada, mirada de mil modos distintos. Esto debe de satisfacer ante todo su vanidad y proporcionarle momentos de felicidad aguda, de orgullo sonriente, uno de esos orgullos que detienen la figura ante el espejo para examinarla con suficiencia y curiosidad, como si ya no fuera propia y sí la de una hermosa flor que se cumplimenta con un beso.
    ”Por eso estraña [sic] esta falta de exibición [sic], comun a todas las mujeres de la tierra. No creo que sea el frío, ya que las he visto escotadas a la salida de la iglesia. Debe de existir otra razón más rara y misteriosa que no descubro en estos momentos; ya que no veo qué distracción puede proporcionar eso de dar vueltas en automóvil, en redor de algunas manzanas, donde la iluminación debía ser mas intensa para responder al fin del paseo.
    ”Otra de las anomalías que chocan es la de que las muchachas de Azul no van a tomar el vermouth.
    ”En Córdoba, donde el paseo o corso semejante al de Azul se realiza todas las tardes, termina luego por concentrarse en el "Splendid" de la calle San Martín, o en el "Plaza", de la avenida Dean Funes. Esto es agradable. Se establece en los salones de ambos hoteles, una atmósfera de fiesta que invariablemente se repite todos los días, dando de consiguiente a esas jornadas pesadas de monotonía provinciana, una perspectiva luminosa. Y aunque los días son largos se toleran por que el atardecer nos compensará de las horas ingratas.
    ”En Buenos Aires, las reuniones del "Richmont", de Florida son deliciosas, porque ha sido suprimida la división de salón para familias, de forma tal, que la música y el perfume de los "coktails" adunado al de las mujeres, hacen que el tiempo pierda su longitud y entonces las horas pasan como minutos”.
    Así concluye el artículo publicado por Roberto Arlt el jueves 28 de julio de 1927 en el diario azuleño El Régimen.

Publicado: 11/1/2017, Diario El Tiempo, Azul, Argentina.


La calle Alsina (hoy Yrigoyen) en la década del 20. Roberto Arlt la menciona en uno de sus artículos publicados en Azul.


El tercer artículo de Arlt como periodista en Azul: “Las que se pasean en automóvil”, publicado el jueves 28 julio 1927 en la primera plana de El Régimen.


El escritor y periodista Roberto Arlt, circa 1927.

viernes, 24 de marzo de 2017


1 /  Serie Arlt en Azul /  

Arlt: “Yo venía al Azul, enfermo de ciudad”


Redactó una serie titulada “Impresiones de un porteño en el Azul”. Las notas se publicaron en el diario El Régimen, la última semana de julio de 1927. “Siento que mi enfermedad de ciudad se disuelve en un olvido que interponen trescientos kilómetros de distancia”, escribió, en Azul, el autor de El juguete rabioso y de las Aguafuertes Porteñas, entre otras célebres obras de la literatura argentina. El hallazgo de los artículos se produjo luego de noventa años.




El periodista y escritor Roberto Arlt trabajó en Azul, durante 1927, en el diario El Régimen. Allí publicó cinco artículos. En el primero explicó por qué viajó hasta nuestra ciudad; los dos siguientes los dedicó a las mujeres azuleñas y los restantes tuvieron como temática el parque, la plaza y la torre de la municipalidad.
    Pasaron noventa años para que este hecho –de relevancia fundamental para la cultura local y nacional–, se demuestre documentalmente: desde lo personal, entonces, es el hecho más significativo que he experimentado como periodista. Por ese motivo resolví escribir tres artículos, para compartir con los lectores de EL TIEMPO el contenido de este hallazgo, que desde ahora podrá integrarse al patrimonio cultural.
    La evidencia hallada, irrebatible, lo ubica a Roberto Arlt en Azul en el invierno de 1927. Traía a cuestas su reciente experiencia como cronista policial del diario Crítica. Poco después, en los inicios de 1928 se incorporaría al staff de El Mundo, un periódico que también (como el de Natalio Botana en lo policial) marcó un hito en el periodismo argentino, por su formato y contenidos. Arlt tenía 27 años cuando arribó a Azul (nació en 1900 y murió en 1942).
    El material que prueba, por primera vez luego de noventa años, la presencia de Arlt en Azul fue hallado –por el autor de esta serie de notas– en la Hemeroteca Juan Miguel Oyhanarte, ubicada en Casa Ronco, durante una investigación en torno a varios periódicos, entre ellos El Régimen.
    Los biógrafos de Arlt evidencian un bache documental, precisamente, entre los años 1926 y 1927, de los que sólo se saben con certeza algunos aspectos de la vida profesional del escritor y periodista. Este hallazgo de los artículos producidos en Azul viene, de alguna manera, a completar esa etapa arltiana.

Los artículos

    El Régimen comenzó como semanario y se fundó el 31 de julio de 1926. Se convirtió en diario el 1 de julio de 1927. Funcionó en Burgos 571 y 575 de nuestra ciudad, y fue fundado y dirigido por Jorge C. Elizagaray. Así se indica, precisamente, en la portada del diario del 1 de julio antes mencionado. (Estos datos del diario ya habían sido relevados por Bartolomé J. Ronco en el facsímil “La imprenta de Azul”, Impresos en Azul desde el año 1872 hasta el 31 de agosto de 1948, original que se conserva en la Hemeroteca JM Oyhanarte de Azul).
    Los cinco artículos firmados por Roberto Arlt con las iniciales R.A. y publicados por El Régimen son: Impresiones de un porteño en el Azul (martes 26 julio 1927, pág. 1); Las mujeres del Azul (miércoles 27 julio 1927, págs. 1 y 4); Las que se pasean en automóvil (jueves 28 julio 1927, pág. 1); El parque (viernes 29 julio 1927, pág. 1) y, finalmente, La plaza y la torre (sábado 30 julio 1927, pág. 1).
    Álvaro Abós, en su prólogo de “El facineroso” (crónicas policiales de Roberto Arlt, editorial Del Nuevo Extremo, Bs.As., 2013, pág. 9 y ss.) señala: “Un día de febrero de 1927” Arlt se inició en el diario Crítica como cronista policial de la edición de los viernes. Tenía 26 años y hacía seis meses que se había publicado su primera novela, El juguete rabioso (1926, Editorial Latina).
    El 5 de marzo de 1927 murió Carlos Arlt, padre del escritor. Es decir, cuando Arlt llegó a Azul, el duelo era reciente, aunque los biógrafos aseguran que no habían sido buenas las relaciones entre ambos (Abós, p.21). Otro aspecto: Arlt conocía el caso Mateo Banks a través de lo publicado por diarios porteños como Crítica, pero también por el local El Ciudadano, algunos de cuyos ejemplares se conservan en Biblioteca Nacional y Archivo General de la Nación, ya que circuló en las redacciones porteñas.
    Cuando llegó a Azul, Arlt tenía experiencia como cronista policial. Ya había publicado en Crítica varios artículos: “Les dio cianuro en el biberón a sus hijitos y terminó su trágica obra suicidándose” (viernes 11 de marzo de 1927); “Mató a su mujer de dos puñaladas y enseguida se suicidó con cianuro” (18 de marzo, 1927); “Secuestrado trajeron a un niño en un vapor” (18 marzo 1927); y su primera crónica en la hoja de Botana: “¡Bestia humana! Para castigar a su hijito le introdujo un alambre en el ojo, hasta el cerebro” (18 febrero 1927). Todo ello fue documentado en el libro “El facineroso”, antes citado (pág.55 y ss.).
    Es decir, el Arlt que arribó a la ciudad de Azul durante el invierno de 1927 era un hombre atormentado, saturado de la vida en la “gran ciudad”. En cierto modo llegó escapando de Buenos Aires, asfixiado por el ritmo de la gran urbe. De hecho, es el tema de su primera nota aquí en Azul, como veremos enseguida.
    Ese primer artículo revela, además, varios aspectos que es necesario puntualizar, para contrarrestar algunas ideas que la historia oral desperdigó: Arlt llegó por primera vez a Azul en 1927. Lo afirma en este primer artículo: “Se camina por sus aceras súbitamente familiarizado con ellas como si ya nos fueran conocidas, como si en otros tiempos las hubiéramos transitado”.
Llegó, como decimos, atormentado por el ritmo de la vida porteña: “Yo venía al Azul, enfermo de ciudad”. Y “para curarse de la fiebre de ciudad”, dice Arlt, “el hombre debe irse al campo... lejos... bien lejos...”. Y expresa su satisfacción por Azul: “Le estoy agradecido a su silencio enorme”.

Los días en Córdoba

    ¿De dónde viene Arlt ese invierno de 1927? Señalamos su trabajo como cronista policial de Crítica y los horrores ante sus ojos, el duelo por su padre. Pero existe otro tema: Córdoba.
    Precisamente, en el primero de los artículos de Arlt que hoy damos a conocer, el autor de El juguete rabioso, a la par que se maravilla por Azul, expresa su malestar por la ciudad que había conocido antes: “Córdoba causa el efecto de una ciudad inhospitalaria por una serie de razones estéticas”; caracterizándola además como “fría”, que suscita “en nosotros un desagrado vivo”.
   Otro de los biógrafos, Omar Borré (Arlt, su vida y su obra, editorial Planeta, 1999, pág. 283 y ss.), ha indicado que el escritor se radicó en Córdoba el 10 de marzo de 1920, para cumplir con el servicio militar. En 1921 se casó en Cosquín con Carmen Antinucci y en 1922 nació Electra, su hija. En Córdoba, durante esa etapa que no fue positiva para él (lo cual se evidencia en el primer escrito producido en Azul), se inició Arlt como periodista: fue director y redactor del semanario Patria. En 1923 regresó a Buenos Aires, ahora con mujer e hija. Vivieron un tiempo con el dinero de la dote (por entonces, aún era costumbre). En 1925 Arlt conoció a Ricardo Güiraldes y trabajó como su secretario. Entre 1926 y el 1 de febrero de 1927 escribió para la revista Don Goyo, que dirigía su amigo Conrado Nalé Roxlo.
    En los próximos artículos (a publicarse mañana y pasado) brindaremos más detalles sobre todos estos aspectos. Vayamos ahora al documento hallado en la Hemeroteca de Azul.
    La primera nota firmada por Roberto Arlt en El Régimen es la que a continuación se transcribe íntegramente:



Impresiones de un porteño en el Azul

    “Deseo escribir sobre el Azul porque me ha sido una ciudad simpática. Las ciudades son como los semblantes de las mujeres. Algunos se apoderan de nuestra voluntad inmediatamente; otros nos dejan fríos y los últimos suscitan en nosotros un desagrado vivo. Así, Córdoba causa el efecto de una ciudad inhospitalaria por una serie de razones estéticas.
    ”El Azul es una ciudad cordial. Se llega a ella, y a pesar de la extrañeza que produce al forastero con sus calles nuevas y sus perspectivas inesperadas, se camina por sus aceras súbitamente familiarizado con ellas como si ya nos fueran conocidas, como si en otros tiempos las hubiéramos transitado. Esta sensación de "conocimiento previo" se traduce en satisfacción.
    ”Yo venía al Azul, enfermo de ciudad. Enfermo de calles sepulcrales, de estrechas, de ruidos que jamás cesan, de iluminaciones cuyos destellos acaban por fatigar los ojos. Por eso dije mal de ciudad; porque la ciudad, la terrible ciudad multiforme y azarosa acaba por entrársenos en el entendimiento, dejando en él como una fruta demasiado agria en el paladar una sequedad de fiebre.
    ”Yo no sé si alguien ha escrito sobre la enfermedad de ciudad. La llamo así, porque de pronto la vida de todos los que se mueven a nuestro lado entra en nuestra existencia, y la desolación de sus calles, el pandemónium de su comercio, la locura de sus habitantes movidos por la necesidad y la codicia acaba por contagiarnos su delirio... así pasan los días... y de pronto nos acordamos que hace sesenta días que no hemos mirado el cielo de la noche ni al horizonte de los crepúsculos, nos acordamos que nuestros ojos están ciegos, porque todo su mirar se ha vuelto a la cavilación interior.
    ”Y cuando un hombre se apercibe de esto, cuando observa que se ha olvidado de mirar a las nubes, al cielo, y a las estrellas, es que está enfermo de ciudad. Entonces para curarse de la fiebre de ciudad, para curarse de la angustia encajonada en los cubos de sus rascacielos y en los conventillos de sus calles miserables, para curarse de la locura que mueve a sus peleles del café a la oficina y del subterráneo al ómnibus, para olvidarse de todo eso el hombre debe irse al campo... lejos... bien lejos... ¿Cómo no describir entonces la sensación de frescura, de calma que da esta ciudad? Por eso hablo de ella. Le estoy agradecido a su silencio enorme, al silencio suspendido en sus calles largas, como una bendición; estoy contento de sus casas bajas, de sus balcones solitarios, de la parsimonia con que las gentes recorren sus veredas soleadas, me regocijo en la visión de sus patios que dejan ver tras el cancel verdura de árboles, y siento que mi enfermedad de ciudad se disuelve en un olvido que interponen trescientos kilómetros de distancia, trescientos kilómetros de campo y llanura”, concluye el artículo de Arlt.

Publicado: 11/1/2017, Diario El Tiempo, Azul, Argentina.


Roberto Arlt en la época que escribía notas policiales en Crítica (1927) y cuando
viajó a Azul para trabajar en la Redacción de El Régimen.


Portada del diario El Régimen del 26 de julio de 1927. Encabeza con la nota de Arlt (firma R.A.) y el título "Impresiones de un porteño en el Azul". Es el primer artículo de la serie que el escritor produjo en nuestra ciudad.


7 /  Serie Golpe 1955 /  El Arsenal Naval Azopardo y el golpe de Estado de 1955

La destitución de un jefe sospechoso


La misteriosa aparición de un capitán de navío que supo, mucho antes que Radio Carve, del levantamiento contra el presidente Perón el 16 de septiembre de 1955, y que puso fin a las indefiniciones navales en las sierras de Azul. La idea de volar los polvorines para que el arsenal no fuera a parar a manos enemigas. ¿Ataque aéreo sobre Azul?



    Poco antes de emprender la retirada junto con su familia, el jefe del Arsenal Naval Azopardo capitán de fragata Carlos Brañas, a las 10 horas del día 19 de septiembre de 1955 convocó a una reunión de oficiales.
    Si bien el expediente –al que tuvo acceso el autor de estos artículos– no explica qué ocurrió con Brañas en el regimiento de Azul el día anterior –aunque permaneció más de siete horas–, establece en parte lo acontecido en la reunión en Azopardo: “El Capitán Brañas entregó la Jefatura del Arsenal al señor Capitán de Navío Ing. Esp. D. Adolfo E. López, efectuándose una llamada telefónica al Comando de Operaciones Navales para que confirmara esta entrega”.
    Las rutas de la provincia de Buenos Aires estaban custodiadas por fuerzas leales o rebeldes, según la zona involucrada. Inclusive en la región sur se habían producido múltiples voladuras, tanto de pasos a nivel, como puentes y tramos de carreteras. (En el expediente que hemos citado en estos artículos, se adjunta un mapa con las voladuras producidas, detalladamente; Folio 109).
    No resultó extraño entonces, ese 19 de septiembre de 1955, que a las 17 horas se presentara en el Arsenal Azopardo “el señor Capitán de Corbeta (T) D. Galdino Carminatti, quien no había podido llegar a su destino, Base Naval de Puerto Belgrano”. Más adelante se revelará el objetivo de su viaje, a través de otro informe naval de carácter “reservado”.

La toma de Azul

    En el Folio 406 se incluyen los acontecimientos del día 20 de septiembre en el Arsenal Naval Azopardo. “A 1030 horas salió una comisión a Tandil, por haberse entendido que la Base Aérea de dicho lugar era el origen de los aviones que bombardearía al Arsenal, más allá del informe sobre aviones detenidos que, evidentemente, no convenció a nadie.
    Desde Azopardo, a las 16 horas “se estableció ligazón […] con la Base Submarinos de Mar del Plata” y quince minutos después “se instaló un puesto de observación avanzado sobre la ruta 3 para tener conocimiento del movimiento de tropas, siendo levantado a 2400 horas por saberse que hasta esa hora no había novedad en ese sentido, en Chillar”.
    (Poco después se tomaría conocimiento de que por esa ruta circulaba en “condición de rendición” el Regimiento A-2 con rumbo a sus cuarteles en Azul, y ya reconvertido a las “fuerzas Libertadoras”).
    Las horas siguientes fueron determinantes. Desde el 20 se sabía que era imposible que el peronismo lograra recuperar el poder. Perón se había refugiado al amparo de la Embajada de Paraguay, como preludio para su exilio. (El día 23 Lonardi recién asumió provisionalmente la Presidencia de la Nación. La Marina de Guerra, a través del almirante Rojas, se aseguró en la vicepresidencia).
    El 21 de septiembre de 1955, en el término de tres horas, muchas cosas se habían definido. Por eso no es extraño que, mientras desde el Arsenal Azopardo se envió una comisión a Tandil para registrar los movimientos de la base aérea (10,30 hs.), a las 14 horas “una comisión de Oficiales encabezada por el señor Segundo Jefe del Arsenal [capitán Sánchez] salió hacia Azul para hacerse cargo de la Jefatura Militar”. A su vez, ese día 21, a las 15,15 “regresó la comisión destacada a Tandil” sin mayores novedades.
    El informe producido desde Azopardo, sobre su participación en el golpe de Estado de 1955, menciona un último detalle elocuente. El día 22 de septiembre “a 1045 horas aterrizó el helicóptero de la Marina de Guerra […] a efectos de llevar a la Jefatura de la Base Naval de Puerto Belgrano una relación de la existencia de munición y explosivos depositados en el Arsenal”.
    Si bien la mayoría de los informes de las bases navales se extienden hasta el día 23 de septiembre inclusive, con diversos detalles de su participación en el movimiento luego conocido como “Revolución Libertadora”, el producido por Azopardo concluye con ese dato de la hora 10,45 del día 22.
    Nada se informa sobre el resto del día y el subsiguiente, es decir, las horas del “caso” Manuel Chaves, el secretario general de la CGT Azul ejecutado a tiros por una patrulla naval la noche del 22 de septiembre de 1955.

Destituyen al Jefe

    Sin embargo, otro informe del expediente militar “Secreto” de la Marina de Guerra, contiene datos reveladores.
    El documento, esta vez, no se origina en el Arsenal Naval Azopardo sino en el Comando de Adiestramiento de la Flota de Mar (Folio 381) y, sobre todo, demuestra qué ocurrió efectivamente con el capitán de fragata Carlos Brañas, en Azul:
    “A 0900 horas se presentó el Capitán Carminatti a quien le cupo una actuación destacadísima; encontrándose con licencia en Buenos Aires, el día 15 de septiembre por la noche le informaron que el día 16 estallaría el movimiento revolucionario. Esa madrugada consiguió salir de la ciudad, eludiendo la vigilancia que ya se ejercía en todas las rutas de acceso y se dirigió al [Arsenal] Naval Azopardo. Allí tomó parte en la preparación de la defensa del Destacamento y en la destitución de su Jefe el Capitán Brañas. Estuvieron listos a volar los polvorines para evitar que fuesen tomados por las fuerzas leales de Tandil y las que enviara el Comando de Operaciones Navales desde Buenos Aires, para retirar bombas de aviación allí depositadas. Después de recorrer casi 3.000 kms.[,] muchos de ellos entre las tropas que convergían para atacar Puerto Belgrano, ocasión en que un Oficial del Ejército le quitó el arma y un juego de estilográfica y lápiz [sic], se presentó al Comando de Adiestramiento de la Flota de Mar trayendo importantes novedades para transmitir al Comandante de la Base de parte del Capitán de Navío Ing. Esp. López de Azopardo”.

Una historia con final

    Recapitulando: el 16 de septiembre de 1955, Brañas informó a la unidad de Ejército en Azul sobre la situación del Arsenal y sus disponibilidades. En ese momento el Regimiento A-2 estaba bajo la influencia del general Molinuevo; es decir, integrando el bando leal al gobierno de Perón.
    La intimidación por parte del coronel Marti Garro lleva a pensar que había un manto de desconfianza sobre Brañas. ¿Por ese motivo fue “demorado” más de seis horas, hasta la madrugada, en los cuarteles de Azul?
    Aún más: si se encontraba con licencia médica, ¿por qué motivo el capitán Brañas reasumió el mando del Arsenal –luego de delegarlo por un escaso tiempo en su segundo– y fue proclive a entregar las bombas a Tandil (bando “leal”)?
    El día 18, desde el Comando de Operaciones Navales, se le preguntó al segundo de Azopardo, capitán Gilberto Sánchez, si “era leal”. Esto es demostrativo, más allá de la respuesta obtenida, que pesaba sobre Brañas la sospecha de no ser un “libertador”, como el resto de la Armada, sino leal al gobierno de Perón.
    La llegada abrupta del capitán de corbeta Galdino Carminatti puso fin a la cuestión: la oficialidad no sólo impidió el retiro de las bombas depositadas en el Arsenal, principalmente con destino a la base aérea de Tandil, sino que destituyó al jefe Brañas y resolvió, de ser necesario, la voladura de los polvorines del Arsenal para que las bombas y explosivos no fuesen a parar a manos de las fuerzas que aún se mantenían leales a Perón.
    Finalmente, no hubo ataque aéreo sobre el Arsenal de Azul, no hubo polvorines destruidos... El movimiento que derrocó al gobierno de Perón ganó terreno rápidamente desde el día 20 y, a la par que las diferentes unidades “leales” fueron cambiando de bando –entre ellos el Regimiento A-2 asentado en nuestra ciudad–, el sector “libertador” fue consolidando su posición y su triunfo.


    El expediente militar demuestra que, si bien el Arsenal Azopardo estaba en la nómina de las unidades consideradas “libertadoras”, su jefe, el capitán de fragata Carlos A. Braña,s se mantuvo, sino “leal” al gobierno, al menos “indeciso”, en momentos en que las indefiniciones no se toleraron (ver recuadro “Exijo…”). Por ese motivo Brañas fue desplazado de la jefatura del Arsenal Naval Azopardo, unidad que abandonó raudamente llevándose a su familia, el mediodía del 19 de septiembre de 1955, con rumbo desconocido.

Publicado: 5/2/2017, Diario El Tiempo, Azul, Argentina.



Treinta días


Es evidente que los protagonistas de la “Revolución Libertadora” se prepararon para resistir el tiempo que fuera necesario, aunque los antecedentes revelaban que el cambio de situación en el país por la vía golpista, tanto en 1930 como en 1943, sólo había consumido unas pocas horas de acción, aunque sí muchas de preparación. El 17 de septiembre de 1955, el Destructor A.R.A. “Tucumán” fue cargado con 1.700 tiros, y con 1.300 el Destructor A.R.A. “Mendoza”. El día 18, embarcaron víveres secos para 30 días. (Folio 383 y ss.)


DOCUMENTO

“Exijo una definición ahora mismo”


    El Acorazado A.R.A. “Moreno”, el 16 de septiembre de 1955, estaba en inactividad, amarrado en Puerto Belgrano. Iniciado el golpe de Estado, el Comandante de la unidad, capitán de fragata Miguel S. Haurigot, leyó la siguiente proclama, que es importante conocer por los fundamentos que expone (en torno al gobierno peronista y a las motivaciones del movimiento luego denominado “Revolución Libertadora”), así como el carácter inaplazable que contiene:
    "Como Comandante me dirijo a Vds. para hacerles conocer la situación que estamos viviendo[:] Fuerzas del Ejército, Marina y Aeronáutica se han sublevado contra las actuales autoridades de país. Esta medida ha sido provocada por la inquietud, temor y descontento que una serie de actos del Gobierno han creado en quienes aprecian que la justicia, la libertad y la decencia son derechos y bienes que corresponden al individuo desde que nace y que ninguna razón justifica renunciar a ello, a menos que se acepte vivir como esclavos.
    "Falsea la verdad quien pretende sostener que para gozar de los beneficios de la civilización y del progreso, para gozar del standard de vida que corresponde a nuestro pueblo, por su cultura, laboriosidad y riqueza del país, debemos aceptar sin la menor crítica las medidas gubernamentales, debemos renunciar a decir, escuchar y leer lo que nos plazca, a renunciar en fin a todas las garantías que para el ciudadano establece la Constitución.
    "No puede ser que la educación y formación moral de nuestros hijos quede librada al arbitrio del Estado. No debe aceptarse que sentimientos tan caros para el individuo como la religión sean denigrados como recursos políticos para distraer la atención pública y hacer efectivo el contrato petrolero con una Empresa extranjera, que significará ceder como colonia una parte de nuestro territorio. No puede permanecerse indiferente ante la inmoralidad pública. Ya ha llegado a aceptarse que quien se ubica en el gobierno puede amasar una fortuna en la forma más descarada. Que quien aspire a un empleo público debe poner candado a su boca y clausurar su pensamiento.
    "Quienes un día han jurado defender a la bandera a costa de su vida no pueden aceptar indiferentes que ésta sea quemada con conocimiento y por disposición de las más altas autoridades para culpar de este acto indigno a los participantes de una manifestación religiosa. Aquí ya no se trata de pretender inmiscuirnos en política; aquí se trata de dejar bien claro si somos hombres de honor; si somos dignos del uniforme que vestimos y si estamos a la altura de todos los héroes que desde chicos nos enseñaron a honrar y cuyos sacrificios y riesgos para que la Patria llegara a ser lo que ellos soñaron siempre, se nos puso como ejemplo.
    "Nosotros somos militares, y por ello siempre se nos ha señalado como custodios del honor y la dignidad nacional. Y el honor y la dignidad nacionales desaparecen cuando se prostituye al país y se esclaviza a sus habitantes. Por este mismo motivo, tenemos una responsabilidad ineludible ante nuestros conciudadanos, nuestros hijos y ante Dios para los que en él creen.
    "Desde el punto de vista militar este movimiento tiene todo a su favor y sin considerar las demás fuerzas militares que se han plegado, la reflexión justa no puede menos que mostrarnos el éxito final.
    "Esta Base [Puerto Belgrano] constituye una fortaleza invencible; disponemos de fuerza de tierra, navales y aéreas; se controlas las poblaciones vecinas y sus organizaciones; se cuenta con el apoyo de grandes núcleos de pobladores próximos dispuestos a prestar toda clase de apoyo; no pueden tenerse ataques por mar o por aire y el aprovisionamiento de todo orden está asegurado. Los buques de la Flota [de Mar] sin que nadie se lo pueda impedir están en condiciones de suspender todo el tráfico marítimo que entra en nuestros puertos y encaminarlos a esta zona poniéndolo a nuestra disposición. Con esta potencialidad la victoria llegará indefectiblemente. No se resolverá hoy, pero el triunfo nos pertenece.
    "Les hago todas las reflexiones en la seguridad de que me dirijo a hombres que utilizan correctamente su cabeza para pensar; que poseen un corazón sensible a los más nobles ideales; que desean ser jefes de familias donde la decencia se reconoce como un valor fundamental y aspiran a vivir en un clima de respeto, paz y dignidad.
    "Las cartas están sobre la mesa, a quien le falte valor para plegarse al movimiento o no le preocupe el honor de la Marina queda libre para abrirse. Como medida de seguridad será detenido, en lo que a mí compete y mientras esté bajo mi jurisdicción le garantizo de que no será motivo de ningún agravio; pero no puedo asegurarle cuáles serán las medidas finales que adopte la superioridad.

    "Exijo de ustedes una definición ahora mismo. Quien no esté de acuerdo que se ponga de pie".  (Folio 387 y ss.).




Listado de víveres en un buque preparado para atacar. (Folio 373).



El Acorazado “Moreno” (circa 1955).



6 /  Serie Golpe 1955 /  El Arsenal Naval Azopardo y el golpe de Estado de 1955

“Yo soy leal a la Marina”


El segundo jefe de Azopardo, capitán de corbeta Sánchez, fue quien pronunció la frase, al ser conminado en una comunicación telefónica durante el inicio de la autodenominada “Revolución Libertadora”. El jefe de la unidad, capitán de fragata Brañas, llevaba varias horas sin aparecer y había sido intimidado por el coronel Marti Garro, del regimiento local. El Arsenal Azopardo fue amenazado con un bombardeo.




Poco después de las 8 de la mañana del 16 de septiembre de 1955, en el Arsenal Naval Azopardo de Azul, se sintonizó una frecuencia uruguaya.
    El informe militar precisó: “A 0825 horas, radio Carve de Montevideo propaló la información de que en la Ciudad de Córdoba, Base Naval de Puerto Belgrano y Base Naval de Río Santiago había estallado una revolución”.
    El encargado de interceptar mensajes corrió para poner al tanto de la situación al jefe del Arsenal, capitán de fragata Carlos A. Brañas, aunque fue consciente de un inconveniente: el jefe se hallaba “en uso de licencia especial concedida por la Junta de Reconocimientos Médicos, a raíz de una herida de bala, producida por un disparo efectuado por el Teniente de Navío Aviador Naval D. Gustavo Aracama el día 16 de junio” de 1955.
    Eso explica, en principio, por qué Brañas “llamó al Segundo Jefe del Arsenal Capitán de Corbeta de I.M. [Infantería de Marina] D. Gilberto A. Sánchez, quien se encontraba a cargo de la Jefatura, y le comunicó que [re]asumía el mando”.
    Lo expone un informe “Secreto” de la Marina de Guerra –al que tuvo acceso el autor de esta serie de artículos– que lleva por título Historia de las Operaciones Militares de la Marina de Guerra durante el Movimiento Revolucionario del 16/23 de setiembre de 1955; (Folio 404 y ss.)
    Pero esto es sólo el comienzo de una trama más compleja.

Amenaza oficial

    (Recordémoslo ahora: el capitán de corbeta Gilberto Sánchez fue quien ordenó el operativo contra el secretario de la CGT Azul Manuel Chaves el 22 de septiembre de 1955. El sindicalista fue ejecutado a balazos esa misma noche en su domicilio de Córdoba 869.)
    El 16 de septiembre de 1955 el capitán de fragata Brañas reunió a los suboficiales del Arsenal Azopardo y “les informó que la revolución [“Libertadora”] había fracasado y que las órdenes las recibirían de él”. Sánchez, desde ese momento, quedó nuevamente como segundo jefe del Azopardo.
    En medio de idas y vueltas, el capitán de fragata Brañas a las “1000 horas, llamó telefónicamente al Regimiento N° 2 de Artillería Montada Reforzado comunicándose con su Jefe Coronel Pedro Marti Garro e informando que en su Sector no había novedades y los efectivos y tropas con que contaba el Arsenal, a lo que el Jefe del Regimiento le contestó: ‘Bueno Brañas, tenga cuidado, ya sabe las órdenes que tengo con respecto a usted’.” (Folio 404)
    De inmediato, luego de esta comunicación, se adoptaron en el Arsenal las medidas de seguridad correspondientes. Medidas que ya a las 9,30 horas, desde el Comando de la Zona Naval del Plata, se había ordenado adoptar. (El plan se llamó “Bote Cuatro” y marcaba previsiones por posibles ataques aéreos).
    Las comunicaciones entre los sectores que participaron del golpe de Estado evidenciaron inconvenientes en reiteradas oportunidades. En un tramo del informe ello se evidencia: “Dado que no fue posible obtener ligazón […]  con la Base Naval de Río Santiago [entonces controlada por el almirante Isaac Rojas], se comenzó la interceptación en los canales correspondientes a estaciones fijas y móviles y se estableció una escucha en la banda de broadcasting a fin de mantener actualizada la situación”.

Rebelión confirmada

    Pasado el mediodía del día 16 de septiembre de 1955, las novedades fueron sucediéndose: “A 1445 se interceptó el despacho GH. 161410 en el que se comunicaba que la Flota de Mar se había rebelado” (GH significa Grupo Horario, y debe leerse día 16 hora 14 y 10).
    Durante la convulsionada jornada del 16-9, al igual que ocurrió con el mando del Arsenal Naval Azopardo, las informaciones tuvieron fluctuaciones y muchas veces resultaron contradictorias.
    Ciertamente, ni siquiera las fuerzas leales al gobierno supieron con exactitud la situación real, aunque desde la esfera ejecutiva se aseguraba que Córdoba se había rendido.
    Tampoco, por parte del Ejército podía establecerse quién se mantenía, en ese momento, leal a Perón y quién en contra. (De hecho, el A-2 de Azul pasó, en un breve lapso, de una a otra posición, como hemos reflejado en los anteriores artículos de esta serie).
    Al día siguiente del levantamiento armado, el 17 de septiembre de 1955, en el Arsenal Naval Azopardo sólo ocurrieron dos hechos significativos:
    1. “Por la mañana llamó el Comando de Operaciones Navales preguntando al Jefe del Arsenal sobre la cantidad y tipos de bombas que había en existencia en el Arsenal e informando que al día siguiente concurriría un Oficial con órdenes escritas.”
    2. “Por la tarde en dos oportunidades se destacaron comisiones a la ciudad de Azul para recoger información sobre movimientos de tropas.” (F.404)
    La actividad consistió, puntualmente, en aproximarse a los cuarteles de Azul, sobre la actual avenida Güemes, y registrar los movimientos. Estos informes –que expusimos en las dos primeras notas– se complementaron con los registros aéreos que se produjeron durante al menos dos vuelos sobre la región de Azul. Ese día, en cercanías de Tres Arroyos, fueron atacados los integrantes del A-2 y falleció el sargento Ciappina y, pocos días después, a causa de las graves heridas recibidas en el vuelco del camión sanitario, el conscripto Raúl Moguillansky.

Máxima tensión

    La jornada del 18 de septiembre mantuvo a los integrantes de Azopardo con los nervios de punta. “A 1430 horas llegaron 15 vehículos conducidos y custodiados por personal de Aeronáutica [Tandil], para retirar bombas depositadas en el Arsenal”, revela un informe del expediente ya citado (Folio 405).
    La columna, procedente de la Base Aérea Militar Tandil, se encontraba a las órdenes de los Capitanes Siniscalchi y Monti. El “Oficial de Enlace” fue el Capitán de Corbeta I.M.D. Carlos Hausemer. Precisamente fue Hausemer quien entregó al Jefe del Arsenal una nota con órdenes del Comando de Operaciones Navales.
    Poco después, se produjo una definición vital: “Aproximadamente 1700 horas en una reunión de Oficiales del Arsenal y de la Fábrica Naval de Explosivos [Fanazul], se puso en conocimiento [al] Jefe del Arsenal que era opinión de la Oficialidad de que las bombas no fueran entregadas”. (Folio 405)

¿Detenido o “leal”?

    ¿El jefe del Arsenal Azopardo fue detenido o, por lo menos, “demorado” en el Regimiento asentado en Azul? O, por el contrario, ¿se mantuvo leal al gobierno de la Nación, al contrario del resto de la Marina de Guerra? Este dato, que podrá ser anecdótico a esta altura, se revela por primera vez y, por ello mismo, puede considerarse significativo: a la hora 19,15 del 18 de septiembre de 1955 el capitán de fragata Brañas se retiró del Arsenal “con destino al Regimiento A.2 [cuarteles de Azul], para entrevistarse con el General [Eraclio] Ferrazzano, según una comunicación telefónica recibida por él.”
    Pero transcurrieron los minutos y no se informaron novedades. La preocupación fue mayúscula luego de dos horas. Indica el informe: “A 2135 horas aproximadamente, el Segundo Jefe del Arsenal [Sánchez] llamó telefónicamente al Regimiento 2 de Artillería y preguntó al Jefe del Arsenal insistentemente cuándo iba a regresar, recibiendo como única contestación que él no se preocupara, que todo estaba bien”.
    Algo notó seguramente Sánchez en su comunicación con el capitán de fragata Brañas: luego del enigmático diálogo, “a 2200 horas la Policía Federal informó telefónicamente que la Base Aérea de Tandil se había sublevado y que el Arsenal [Azopardo] sería bombardeado. Se deja constancia de que los aviones enviados con esa intención no provenían de la Base Aérea mencionada, ya que dos de ellos al aterrizar en ella para reaprovisionarse fueron capturados”. (F.405)
    Sánchez, ante la amenaza de ataque aéreo en el Arsenal Naval Azopardo, de inmediato “llamó al Comandante de Operaciones Navales”. Luego de informar que el jefe de Azopardo “se encontraba ausente” recibió una pregunta conminatoria: “¿Usted es leal?”, a lo que el capitán Sánchez contestó: “'Yo soy leal a la Marina', cortándose de inmediato la comunicación”.
    Brañas reapareció en el Arsenal a las 3,20 del 19 de septiembre, sin mayores explicaciones… Al menos, no constan en el informe “Secreto” de la Marina de Guerra, pero se mantuvo la sospecha sobre Brañas.
    Las fuerzas “leales” y “libertadoras” continuaron chocando en diversos puntos del país, aunque los focos principales comenzaron a reducirse a un puñado de ciudades. En ese contexto, en la base Azopardo “a 1150 horas el Capitán Brañas se retiró del Arsenal con su familia”, subraya el expediente. (F.405)
    Previamente, durante la noche del 18 y madrugada del 19, al recibir la amenaza de ataque aéreo, “se tomaron las medidas de seguridad contra bombardeo y se desalojaron a todas las familias residentes en las casas del Arsenal, trasladándolas a la casa del señor Director de la Fábrica Naval de Explosivos, Capitán de Navío Ing. Esp. D. Adolfo E. López, la que se encuentra alejada unos 15 km. de la Jefatura del Arsenal”.
    (En el próximo artículo, culmina este episodio).

Publicado: 2/2/2017, Diario El Tiempo, Azul, Argentina.



Arsenal Naval Azopardo, asentado en las sierras de Azul. 


Folio N° 404 del expediente “Secreto” de la Marina de Guerra, donde se incluye
 el informe del Arsenal Naval Azopardo.